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La verdad de las mentiras (I)

La verdad de las mentiras (I)

Diego de Saavedra Fajardo afirmó que “Todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira y que parezca verdad, disimulando el engaño “, sería mucho suponer que la mayoría de los políticos conozcan la obra de este escritor y diplomático español del siglo XVII, pero lo cierto es que sus actos hacen honor a dicha máxima. En este empeño goebbeliano de mudar la mentira en verdad lleva el régimen de Fidel Castro casi medio siglo de existencia. Es tal el cúmulo de embustes en estos años que bien se podrían clasificar por categorías: la mentira más lograda, más creativa, las nocivas o inocuas, duraderas o efímeras, relevantes e insignificantes; así hasta abarcar todo el espectro cualitativo de lo incierto. Sin embargo hay una mentira, que considero la mayor de todas por su propia esencia, alcance y lo sostenida en el tiempo: la identificación de la Revolución Cubana con el Comunismo desde su alumbramiento, como si se estuviese ante la versión caribeña de la revolución bolchevique.

Al margen de la formación ideológica de algunos de sus líderes, que en mayor o menor medida pudieron simpatizar con el ideario comunista en la etapa prerrevolucionaria, en tal caso una vez tomado el poder no obraron bajo sus convicciones personales, lo hicieron adecuándose a las expectativas populares del momento. La Revolución Cubana de 1959, fue una revolución social de fuerte carácter populista y nacionalista, que una vez cumplido su principal cometido de derrocar al dictador Batista emprendió una serie de reformas estructurales destinadas a mitigar la sed de justicia social del pueblo cubano.

En lo que podría llamarse prólogo del proceso revolucionario donde se perfilaba el programa de cambios, los lideres revolucionarios dejaron entrever el carácter provisional de su mandato, con respeto a la constitución de 1940 y la convocación de elecciones en cuanto las circunstancias fuesen propicias. La provisionalidad era necesaria para fijar las bases de funcionamiento de la nueva sociedad. Formaban parte de este nuevo orden: el castigo, casi improvisado y muchas veces injusto, de los afectos al régimen anterior; la ley de reforma agraria; rebaja de alquileres y tarifas eléctricas; confiscación de bienes malversados; prohibición del juego y la prostitución; enmendar la carencia de derechos laborales; educación de las clases humildes y acceso de estas al sistema sanitario; establecer igualdad de derechos sin menospreciar a nadie por su raza o estrato social; y demás medidas. Como en todo cambio radical y violento de la realidad, inherente a cualquier proceso revolucionario, pronto comenzaron las hostilidades de los sectores que se oponían a la transformación del orden establecido. Pero lejos de constituir un escollo insalvable, estos hechos alentaban al gobierno a que buscase con más ahínco el apoyo de las clases populares, y en una relación de ida y vuelta estas se radicalizaran.

Es en este ambiente de confrontación donde los medios opuestos a la Revolución, tanto dentro como fuera del país, tacharon a sus líderes y al proceso de comunistas, siguiendo los modos propios de la época en el contexto de la guerra fría. El gobierno se apresuró a tildar esas insinuaciones de calumnias y no le faltaron argumentos para defenderse. Había apelado al capital nacional para que invirtiese en el desarrollo de la incipiente industria como alternativa a las inversiones especulativas, y en su gira por EE.UU. Fidel Castro animó a los capitalistas a invertir en el desarrollo del país. En numerosas intervenciones publicas el líder revolucionario dejo patente que pensaba respetar la propiedad privada y mantener la libertad de prensa de los medios, también a los que le eran hostiles. La negación de sus vínculos con el comunismo alcanzo su máxima expresión pública en el discurso pronunciado en la Plaza Cívica el 8 de mayo de 1959 al regreso de una gira latinoamericana.

A pesar de tener una fuerte impronta nacionalista y defender la soberanía por encima de todas las presiones, Fidel Castro no encontró mejor solución para defender la Revolución Cubana que establecer relaciones con la Unión Soviética. Flirteando en un principio, y luego declarándose abiertamente socialista ante las amenazas que provenían desde la plaza que los cubanos contrarios a la Revolución establecieron en el vecino del norte. Este acto de supervivencia marcó el punto de no retorno a la verdadera Revolución, al proceso que recibió el apoyo de la inmensa mayoría de cubanos, cuando estos aun eran capaces de creer en algo sin tener coartada su libertad. Aunque en honor a la verdad, las malas maneras totalitarias y excluyentes comenzaron tiempo atrás cuando los lideres revolucionarios descubrieron que no todo el mundo quería ser salvado por los nuevos ideales de justicia. Cuba derrotó la agresión armada que vino desde el exterior, y ante la disyuntiva de defender la Revolución con medios propios o guarecerse bajo el paraguas de un aliado poderoso, optó por lo segundo; y esto supuso una traición a los ideales primarios de la Revolución, una deslealtad hacia el pueblo cubano. Este nuevo aliado, o quizás sea mejor llamarle padrino, iba a cobrarse su tributo: la instauración del sistema socialista- comunista en la isla. A partir de ese punto ya no debería llamarse Revolución si no Instauración, instauración de un régimen comunista.

El hábil gobierno revolucionario quiso conservar el enorme crédito político que le dio hacer la Revolución sobre una amplia alianza de clases, y conservó el nombre adjetivándola de socialista. Tampoco se puede descartar la posibilidad de que los líderes ensimismados en su caudillismo no hayan notado la diferencia, pero el pueblo sí. Como toda traición hecha a hurtadillas, en la primera intervención que Fidel hace publica sus intenciones la llama revolución social, no socialista; más adelante ya no hacia falta disimular, y quedó para siempre el apellido Socialista con todas sus letras. Esta forma de ganar legitimidad ante el futuro régimen comunista que se avecinaba constituyó no solo una apropiación de nombre, también una mentira que perdura hasta hoy. Por otra parte, retener el nombre de Revolución resulto muy útil a lo largo de los años, dando la impresión de un proceso dinámico que no termina nunca, de este modo siempre se puede mover la meta inicial o crear otras nuevas según las circunstancias; sobre todo que cuando desaparecieron los países socialistas de Europa, los cubanos no se quedaron huérfanos de definición para su realidad.

 

Consultar anexos con fragmentos de los discursos de Fidel Castro, que definen las primeras intenciones de la Revolución.

6 comentarios

Tseo -

Hola Adrian
Estamos de acuerdo en que el pais no es sinonimo de revolucion, por suerte. En cuanto a lo de Giron es cierto que no fue la invasion de un enemigo extranjero,y tampoco una revancha de la dictadura anterior ya que la mayoria compartia el credo de la revolucion traicionada. Un dato curioso es que la denuncia de que se estaba formando este grupo de desembarco en Guatemala salio en la portada de Time a principios de año con mapa incluido. Es decir que todo el mundo lo sabia.

Adrian -

Dos aspectos que no comparto.

Primero identificar a Cuba con la revolucion. Cuba fue, es y sera la Nacion, el Pais. La revolucion de Castro solo se puede identificar con el y su gobierno. Por haber derrotado la dictadura de Batista y por un manejo muy inteligente de los medios de informacion y el carisma personal de Castro en un principio conto con un amplio apoyo popular, pero como cualquier otro movimiento politico nunca conto con el apoyo de todo el pueblo cubano. Como gobierno siempre ha sido excluyente, marginando y reduciendo a la nada politica a todo oponente.

El segundo es identificar la accion de Bahia de Cochinos como un ataque foraneo. Es cuestionanle cuanto apoyo recibieron de la CIA los brigadistas, segun quien documente fue mas o menos. Pero fueron cubanos los que desembarcaron y pelearon en Giron, cubanos tambien los que defendian al gobierno revolucionario. No hubo mercenarios en ninguno de los dos bandos, no hubo un ataque de una potencia extranjera. Fue una accion militar de cubanos contra cubanos, igual que anhos antes lo fue el desembarco del Granma.

pichea bajito -

vengo de generacion y.donde he sido censurado por los moderadores del sitio.y por la mayoria de los "dudosos" anticastristas.por haber lansado un llamado a todos los cubanos a manifestarse el proximo 26 de julio; con colores.

Plan Tareco Plaza de la Revolucion -

Me gusta lo que haces, tengo la edad de la revolucion y desconocia tantas cosas ya suponia tanto temor del gobierno a que el pueblo tuviera posibilidad de buscar otras fuentes de noticia y de la historia

Martha Colmenares -

Excelentes las entradas. Mucho éxito.
Martha Colmenares

Manu -

Voy a estrenarte los comentarios. Llegue aquí desde el blog de generacióny. Soy español y un apasionado de Cuba, pero de la Cuba libre, he visitado mucho el pais y estoy al corriente del malestar de la gente. Pues no tenía la menor idea de como había sido el inicio de la revolución, gracias por ilustrarme. Yo creía que siempre habia sido comunismo ruso desde el principo, y las cosas se pusieron feas economicamente hablando cuando cayó el muro. O sea que además de dictadura comunista la revolución ha sido una tomadura de pelo.